lunes, 30 de mayo de 2011

Workmate Universal

Durante las últimas hemos estado leyendo en diferentes blog, artículos de opinión, libros, etc. diferentes cuestiones relativas al liderazgo y el trabajo en equipo: “los 10 compañeros con los que no querrías trabajar”, “Errores en el liderazgo”, “Los pecados de nuestros jefes”, etc.


Ante esto hemos querido realizar una entrada desde un punto de vista positiva, destacando las 10 CARACTERÍSTICAS IDEALES que a nuestro entender debería reunir un compañero de trabajo.


Realmente nuestra especialidad no es la gestión de personas, la psicología o aspectos similares de manera que estas características se basan exclusivamente en nuestra experiencia laboral.


Esas características serían las siguientes:


1. HUMILDE. Entendiendo la humildad como el deseo de aprender de cada persona y de cada situación. El deseo de mejorar profesionalmente, pero sobre todo personalmente. Eso implica restar importancia a lo que se sabe y se ha conseguido y darle mayor importancia a lo que queda por aprender y conseguir.

2. HONESTO. Ser justo e integro al actuar. Se trata de actuar, de vivir como se piensa y se siente. Ser coherente con los propios principios y valores.

3. SINCERO. Decir la verdad y actuar con la verdad por delante. Se trata de ser coherente con lo que se piensa, así como actuar con naturalidad, esto es, ser uno mismo.

4. RESPETUOSO. Implica tomar en consideración a las demás personas y a sus ideas antes de actuar. Se trata de tener en cuenta a las demás, a sus intereses, a sus sentimientos, a su forma de ser antes de actuar.

5. OPTIMISTA/POSITIVO. Se trata, a pesar de los difícil que resultan algunas situaciones, de encontrar y ver el lado positivo de las cosas. Encontrar aquellos aspectos de cualquier situación que nos ayudarán a ser mejores en el futuro.

6. COMPROMETIDO. Cumplir con las obligaciones y las personas. Ser responsable con las actividad propias (autoresponsabilidad) y con las de las actividades comunes (corresponsabilidad).

7. DEDICADO. Aplicado en la labor. Ser esforzado en el desarrollo de las tareas. Aplicarse con ánimo y valor.

8. PROACTIVO. Implica disponer de la capacidad de tomar la iniciativa en el desarrollo de las actividades, tener inquietud por realizar cosas nuevas o disponer de nuevas responsabilidades. No solo implica tomar la iniciativa sino asumir la responsabilidad de las acciones.

9. COLABORADOR. Estar dispuesto a ayudar a los demás, a ofrecer su apoyo incondicional, a anteponer los intereses del conjunto sobre los individuales.

10. ORGULLOSO. Sentir aprecio por nuestra forma de actuar y/o pensar. Estimar lo que hacemos y a las personas con las que lo hacemos.


La verdad es que sería excepcional identificar una personas que reuniese todas estas características en todo momento. Sería como dice el título de esta entrada un WORKMATE UNIVERSAL (el compañero de trabajo perfecto).



Sin embargo, todos contamos en mayor o menor medida con estos rasgos, simplemente debemos trabajar aquellos aspectos que nos resultan más complejos, tratar de practicarlos para ver cómo contribuyen a mejorar nuestra situación en el trabajo y sobre todo y más importante nuestra situación personal.


Algunas frases:


HUMILDAD


“El secreto de la sabiduría, el poder y el conocimiento es la humildad.”

Ernest Hemingway


HONESTIDAD


“A quien procede con honradez, nada debe alterarle. He hecho cuanto he podido y jamás he faltado a mi palabra.”

Manuel Belgrano


SINCERIDAD


“Siempre dí lo que sientes y haz lo que piensas.”

Gabriel García Marquez


RESPETO


“Yo soy libre solamente en la medida en que reconozco la humanidad y respeto la libertad de todos los hombres que me rodean.”

Mijail Bakunin


OPTIMISMO


“Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.”

Winston Churchil


COMPROMISO


“El compromiso es confianza. Para que haya verdadero compromiso, debes poder confiar y deben poder confiar en tí. “


DEDICACIÓN


“El éxito es dependiente del esfuerzo”

Sofocles


PROACTIVIDAD


“La capacidad de subordinar los impulsos a los valores es la esencia de la persona proactiva”

Stephen Covey


COLABORACIÓN


"Colaboración es multiplicación."

John C. Maxwell


ORGULLO


“El espíritu de equipo permite a la gente común alcanzar objetivos pocos comunes”

Andrew Carnegie

lunes, 16 de mayo de 2011

Creando valor compartido...

El pasado mes de febrero M. Porter y R. Kramer publicaron en la Harvard Bussines Review un artículo titulado “Creating shares value” que pretende dar un giro de tuerca a la relación entre empresa y sociedad, así como a la definición del concepto de valor.[1]


Resumen ejecutivo


Los autores consideran que en la actualidad los negocios están perdiendo su legitimidad, principalmente porque se están percibiendo como los causantes de los principales problemas sociales, económicos y medioambientales.


A juicio de los autores esta situación se debe a una concepción errónea por parte de las empresas de lo que el concepto de valor implica. Estiman que el valor es percibido como la optimización de los recursos financieros a c/p, de manera que se ha perdido la importancia de atender las necesidades de los clientes e ignorado la influencia externa de los negocios.


Esta concepción de valor ha impulsado procesos que implican aspectos tales como no considerar el beneficio proporcionado a los clientes, despreciar los recursos naturales, menospreciar la viabilidad económica de los proveedores, deslocalizar las actividades en busca de mejores salarios, etc.



Las políticas de responsabilidad social empresarial han contribuido a reforzar la pérdida de legitimidad de los negocios, ya que son vistos más como un elemento de imagen como por una verdadera relación con la sociedad.



En este contexto las empresas deben reestructurar su concepto de valor. Para ello, las empresas deben ser conscientes que la sociedad y los negocios se necesitan mutuamente, esto es, son interdependientes. De esta manera las empresas deben tener una preocupación por la incidencia en la sociedad de sus actividades, deben incorporarla dentro de su estrategia y hacerla formar parte de su propuesta de valor diferenciado.


Los autores proponen tres pasos para facilitar a las empresas la creación de valor compartido:

  • Re-concebir los productos y mercados.
  • Redefinir la productividad en la cadena de valor.
  • Crear clusters de industrias auxiliares.


Reconcebir los productos y mercados. Las empresas han desarrollado diferentes tipos de estrategias y se han preocupado por maximizar la rentabilidad y de los beneficios, de manera que paulatinamente se ha olvidado la pregunta más relevante de todas. ¿Es nuestro producto adecuado para nuestros clientes?, ¿Es bueno nuestro producto para los clientes de nuestros clientes? Estas son aspectos clave que las empresas deben retomar.


Por otra parte, existen importantes necesidades en la sociedad: salud, mejores edificaciones, mejorar la nutrición, ayudar a la gente mayor, mayor seguridad financiera, menor impacto ambiental, etc.


Las necesidades sociales generan importantes oportunidades de mercado que las empresas pueden aprovechar para obtener beneficios mientras benefician a la sociedad.


Reconstruir la productividad de la cadena de valor. La cadena de producción de una empresa puede generar importantes incidencias sociales (uso de los recursos naturales, seguridad y salud, condiciones laborales, igualdad en el trabajo, etc.).


La relación entre beneficio social y productividad de la cadena de valor es mayor que la que se pensaba previamente. Las sinergias son mayores cuando las empresas enfocan la productividad de la cadena de valor desde un punto de vista de la creación de valor compartido.


Existen diferentes pautas que favorecen la generación de valor compartido.

  • Utilización de la energía. El uso más eficiente de la energía permite de un lado reducir los costes de las empresas en paralelo a la generación de un impacto ambiental positivo. La utilización de tecnologías menos intensivas en energía, el reciclaje, la cogeneración, etc. son prácticas que contribuyen a la generación de valor compartido
  • Utilización de los recursos. El uso más eficiente de los recursos contribuye a la generación de valor compartido. Medios como el reciclaje, la utilización de maquinaria más modernos, el uso de materiales menos contaminantes, etc. está beneficiando tanto a las empresas como a la sociedad.
  • Compras. La redefinición de la política de compras es un elemento que contribuye a la generación de valor compartido. Los proveedores se perciben como socios estratégicos del negocio a los que no es necesario “explotar” lo que repercute en el valor generado por la empresa mientras maximiza el beneficio del entorno.
  • Distribución. Las nuevas modalidades de distribución que minimizan el empaqueta o reducen el empleo del papel contribuyen a mejorar tanto el beneficio de las empresas como de la sociedad.
  • Productividad de los empleados. Las políticas de participación, reparto de beneficios, formación, igualdad de oportunidades, etc. contribuyen a mejorar la productividad de las empresas mientras que mejoran el beneficio de la sociedad.
  • Localización. La localización, la implicación en una determinada área geográfica, es un elemento que contribuye a incrementar la productividad reduciendo los costes de distribución, así como otros costes medioambientales al tiempo que se mantiene una cultura y filosofía propia. Esto contribuye a mejorar los resultados mientras que la población resulta beneficiada.


Crear clusters de industrias auxiliares. Los clusters son un instrumento de competitividad empresarial. Ninguna empresa puede desarrollarse de manera autónoma sino que necesita proveedores, distribuidores, suministradores de energía, servicios financieros, etc. Asimismo, necesita a instituciones académicas que impartan formación, asociaciones empresariales, etc. Estas entidades se agrupan en los denominados clusters.


Estos clusters son un elemento de competitividad regional cuando se localizan en un área geográfica concreta. Sin embargo, existen fallos de mercado que inciden sobre la productividad de las empresas: infraestructuras educativas inadecuadas, sistemas de transporte insuficiente, falta de personal adecuado, etc. Las empresas pueden contribuir al desarrollo económico y social contribuyendo a crear clusters eliminando los fallos de mercado.


Estas tres herramientas son complementarias y se retroalimentan contribuyendo a generar el valor compartido.


Nuestra valoración


El valor compartido es un concepto ambicioso que pretende un cambio o metamorfosis en la estrategia de las empresas para que sea capaces de vincular su actividad en mayor medida al entorno que las rodea.


Sin embargo, a pesar de la relativa novedad del concepto, la generación de valor compartido es una realidad que se percibía, y todavía en algún caso se percibe, en nuestro país, especialmente en el País Vasco.


Nuestro tejido productivo se ha caracterizado por la presencia mayoritaria de empresas familiares, empresas cooperativas y PYMES. Estas empresas han estado siempre ampliamente vinculadas al área geográfica y a la sociedad en que se desarrollaron y han contribuido de manera importante al desarrollo económico y social de nuestro territorio (por ejemplo ¿El desarrollo económico y social de Euskadi hubiese sido el mismo sin la existencia de MCC, CAF, Irizar, etc.?)


En cualquier caso, en los últimos años, especialmente desde que la globalización económica se ha hecho más fehaciente, se comienza a observar como se están volviendo cada vez más familiares en nuestro entorno determinadas estrategias empresariales como son la deslocalización, la “explotación” de los proveedores en busca del precio más reducido, la reducción de las ventajas sociales de los empleados, etc.


Estas tendencias en el corto plazo pueden generar un incremento de la rentabilidad (por la vía de la reducción de los costes), pero en el largo plazo derivarán en una pérdida de la competitividad, dado que estas empresas perderán su valor diferencial, la oferta se volverá más homogénea y solamente resultarán competitivas aquéllas que puedan reducir en mayor medida sus costes (generalmente las de mayor tamaño).


Por esta razón desde este blog, animamos a las empresas a replantearse sus estrategias, así como a cambiar su concepción de determinados conceptos.


Los empleados no deben interpretarse como un coste sino como personas con potencial para aportar valor diferencial a las organizaciones si disponen de los medios de participación y su actividad se canaliza adecuadamente. Los proveedores deben reinterpretarse como aliados estratégicos para desarrollar propuestas diferenciadas a nuestros clientes. La localización no puede interpretarse como un coste derivado de mayores salarios, mayores restricciones legales o menor flexibilidad, etc. sino como un factor de competitividad, de identificación con el mercado, de cercanía a los consumidores que se traduce en valor diferencial para nuestras compañías.


En conclusión, parafraseando a F.D. Roosevelt "No pregunte lo que la sociedad puede hacer por usted, pregunte qué puede hacer por la sociedad".


[1] "Creating Share Value". Harvard Business Review; Jan/Feb2011, Vol. 89 Issue 1/2, p62-77, 16p, 5 Illustrations, 1 Diagram

viernes, 6 de mayo de 2011

¿Están desarrollando nuestros ayuntamientos una adecuada gestión de las infraestructuras deportivas?

En general parece que la gestión de estas infraestructuras no está resultando demasiado eficaz.

La principal causa que invita a este razonamiento es la ausencia de una cultura de rentabilizar económicamente estas infraestructuras. En términos generales nuestros ayuntamientos entienden sus
infraestructuras (nuestro patrimonio) como una herramiente para proporcionar servicios públicos a la ciudadanía y no cómo un instrumento que permite generar ingresos municipales (probablemente la posibilidad de obtener de manera fácil ingresos procedentes de otras fuentes ha incidido notablemente en esta cultura). La mayor parte de los ayuntamientos se limitan a cobrar un alquiler a las entidades deportivas, estimando que el retorno de estas inversiones procedera del impulso económico (imagen,visitantes, etc.) derivado de esta actividad.

Además, esta circunstancia se traduce en un menor empleo de las infraestructuras que, en muchas ocasiones, quedan limitadas a su utilización por una entidad deportiva concreta (cada 15 días habitualmente).

Para que la gestión de estas infraestructuras sea más eficiente deben incorporarse mecanismos de gestión privada que generen mayor rentabilidad e ingresos.

Ésta es una tendencia que se ha desarrolla en otros países, especialmente en Estados Unidos, donde el deporte profesional se encuentra más artículado empresarialmente, para obtener un mayor retorno de la inversión pública.

Los ayuntamientos deben percibir a las entidades deportivas como aliados comerciales en la gestión económica de las infraestructuras deportivas, estableciendo relaciones beneficiosas para ambas partes.

A nivel internacional, se han explorado diversas opciones para rentabilizar estas infraestructuras públicas. Éstos son algunos de los mecanismos que pueden valorarse por nuestros ayuntamientos para poner en valor el patrimonio disponible.

  • Participación de empresas privadas en la financiación de la construcción de estas infraestructuras. Se implica a empresas privadas en la financiación de la construcción a cambio de la cesión parcial o temporal de la infraestuctura (empleo durante determinadas actividades, cesión de palcos-vip, etc.). Se puede contar con diferentes entidades/empresas cediendo temporalmente diferentes usos.
  • Participación de particulares en la financiación de la construcción. Se trata de que particulares apoyen la construcción de la infraestructura a cambio de determinados derechos (derecho a la elección de determinados asientos a cambios de acceso de temporada).
  • Concesión de la explotación de las infraestructuras a empresas privadas. Esto permite que una empresa privada se encarge de rentabilizar la explotación de la infraestructura mientras que el municipio recibe unos ingresos recurrentes derivados de la concesión. Las concesiones puden realizarse a 10, 20 o 25 años.
  • Creación de empresas público-privadas encargadas de la gestión de la infraestructura. Se trata de crear empresas de capital mixto que se encargarían de la explotación. Los beneficios se repartirían proporcionalemente generando ingresos para las arcas municipales.
  • Cesión del nombre a empresas privada para su promoción. Esta práctica se encuentra especialmente difundida en el mundo anglosajón (ej. Fly Emirates-Londrés-, Fedex Forum-Memphis-, T&T Garden-Bostón-, American Airlines Arena-Miami-, etc.)



Existen diversas formulas, pero uno de los aspectos clave es la capacidad de propiciar que las infraestructuras resulten polivalentes, pudiéndose emplear para diferentes usos: deportivos, conciertos, salas de reuniones, encuentros empresariales, etc. Esto permite maximizar los días de ocupación y, en consecuencia, la rentabilidad.

Del mismo modo, al tratarse de infraestructuras públicas deberían disponer de un periodo de disponibilidad pública para su empleo para actividades no profesionales o por particulares.

En definitiva, existen diferentes posibilidades que cada municipio debe analizar para elegir los instrumentos que resultan más adecuados, pero NO ES UNA OPCIÓN MANTENER UN PATRIMONIO IMPRODUCTIVO CUANDO EXISTE UNA NECESIDAD DE GENERAR INGRESOS PARA CUBRIR OTRAS NECESIDADES BÁSICAS DE LA POBLACIÓN.

¿Resulta rentable en términos económicos la construcción de estadios públicos?

Ésta es una pregunta clave para determinar si nuestros municipios deben financiar o apoyar la financiación de nuevas infraestructuras deportivas.

Por esta razón, durante los últimos años se han desarrollado diversos estudios sobre la materia, especialmente en Estados Unidos donde entre las autoridades públicas existe una preocupación por medir el retorno de la inversión de estas infraestructuras. En este ámbito no debemos olvidar que las competiciones deportivas norteamericanas (NBA, NFL, MLB, etc.) funcionan mediante la modalidad de franquicia que permite a las entidades deportivas trasladarse de unas ciudades a otras, lo que provocó en las décadas de los 80 y 90 existiera una competencia entre las ciudades para atraer y retener a dichas franquicias.

Los resultados de estos estudios muestran la existencia de dos tendencias claramente diferenciadas.
Por un lado, una tendencia valora positivamente el impacto de la construcción y posterior explotación de las infraestructuras deportivas. Esta tendencia se basa en que la construcción y explotación de los estadios deportivos genera en el corto plazo un incremento de la demanda agregada que propicia un incremento de la producción (efecto multiplicador). Del mismo modo, sostiene que en el largo plazo genera la aparición de nuevas actividades económicas relacionadas con el deporte. Esta tendencias suelen estar sustentadas sobre modelos input-output.


Por otro lado, existe una tendencia que considera que estas infraestructuras no generan un impacto económico. Estiman que en el corto plazo únicamente se genera una reestructuración del gasto familiar disponible que procede de otras actividades de ocio. Asimismo, consideran que en el largo plazo unicamente se produce una tendencia a la terciarización de la economía, así como una relocalización de las actividades económicas. Estos modelos suelen estar fundamentados sobre modelos econométricos.

Nuestra opinión se encuentra entre los que piensan que las infraestructuras deportivas generan efectos económicos positivos en las ciudades, especialmente en términos de mejora de imagen, atracción de visitantes, desarrollo de nuevos eventos, etc. siempre y cuando su explotación se plantee adecuadamente.

Ante esto, resulta necesario desarrollar estudios específicos en cada ciudad para identificar los impactos previstos para estas infraestructuras. Desde el punto de vista metodológico nos decantamos por emplear el Análisis Coste Beneficio que añade al análisis económico financiero convencional otros beneficios y costes sociales derivados de la infraestructura (incluidos costes ambientales). Este método parece el más adecuado para este tipo de análisis.

Asimismo, es necesario realizar una planificación adecuada de la explotación de estas infraestructuras, lo que nos lleva a la segunda pregunta que nos planteamos en nuestra primera entrada.

¿Están desarrollando nuestros municipios una adecuada gestión de las infraestructuras deportivas?

La gestión municipal de las infraestructuras deportivas

La idea de realizar esta entrada en nuestro blog surgió a raiz de las noticias que han aparecido en los últimos meses en el mundo del futbol en España.

Durante esta temporada 3 clubes de la Primera División Española-Liga BBVA han sido adquiridos por maganates o grupos empresariales extranjeros (Málaga CF, por una familia catarí, Racing de Santander, por un magnate hindú, y Getafe CF, en proceso de compra por Dubai Royal Emirates). Del mismo modo, en diversas ciudades e
spañolas (Bilbao, Valencia, etc.) se encuentran en construcción o se ha planificado la construccion de estadios de futbol.












Estas noticias pueden generar diferentes discusiones y debates desde el punto de vista económico y empresarial: el auge del negocio del futbol, la rentabilidad de las empresas deportivas, la relación entre la evolución de estas empresas y sus patrocinadores/magnates, etc. Sin embargo, en esta entrada nos vamos a centrar en la gestión de las infraestructuras deportivas municipales.


Actualmente, nuestros ayuntamientos, especialmente los de las ciudades de tamaño grande y medio, se enfrentan a una situación compleja. La crisis económica, con la consiguiente reducción de la actividad económica, y el retroceso de la construcción han mermado de manera importante los ingresos municipales (vía reducción del IAE, tasas de obra, visados de vivienda, venta de terrenos, etc.). Por otro lado, es necesario amortizar la deuda acumulada (podríamos decir que alegremente) durante los años de pujanza económica, así como seguir proporcionadno servicios básicos y esenciales a la ciudadanía (salud pública, gestión de residuos, saneamiento y abastecimiento de agua, etc.). Esta situación ha supuesto que muchos municipios se hayan visto obligados a paralizar sus planes de acción municipal.

Sin embargo, nuestros ayuntamientos disponen, en muchos casos, de un importante patrimonio en forma de infraestructuras deportivas que está siendo empleado por empresas privadas. Asimismo, en otras ciudades se está planificando la construcción de nuevas infraestructuras deportivas que van a enriquecer el patrimonio municipal.

En este contexto surgen 2 preguntas que resultan interesantes:

1. ¿Resulta razonable en términos económicos la construcción de estadios públicos?
2. ¿Están realizando nuestros ayuntamientos una adecuada gestión de estas infraestructuras deportivas?

En futuras entradas vamos a tratar de dar nuestra opinión relativa a estas 2 preguntas.